Cupîdinis

Afuera hace frío, hay mucho viento y unos copos blancos adornan y embellecen el paisaje. Nosotros estamos adentro, abrazados frente al hogar que nos da calor y refugio del frío invernal que arrasa fuera de la cabaña. Finalmente te bebo en la copa de vino tinto que más me gusta. Cabernet, no. Chardonay, tampoco. Tus labios, sí. Bebo de tu boca que es el vino más dulce, la fruta más fresca que puede existir. Vemos cómo se empaña el vidrio por el cual miramos. Nos abrazamos más fuerte e intercambiamos pocas palabras porque nos fundimos en besos secretos, apasionados y a la vez, un poco tímidos. Si tan solo un simple copo de nieve tocara nuestros cuerpos, se avaporaría al instante. Tu mirada profunda me perfora, me penetra y me recorre cada centímetro de mi cuerpo. En la alfombra nos hacemos uno. Me decís todo, pero sin hablar. Me acariciás como nadie, pero sin tocar. Nuestros 5 sentidos se agudizan y a kilometros de distancia puedo escuchar los rápidos latidos de tu corazón. Los vidrios se empañan más y más y nosotros nos perdemos en la nieve y en la alfombra.